ELIJAH CLARENCE HILLSJUAN CANO D. C. HEATH & CO., PUBLISHERS BOSTON NEW YORK CHICAGO
Caperucita Roja
Una niña muy hermosa vive con su madre y con su padre que la quieren mucho. Su abuela, que vive en un pueblecito próximo la quiere mucho también. La abuela ha dado a su nieta un gorrito rojo, y por esta razón todo el mundo la llama Caperucita Roja. Un día la madre llama a la niña y le dice:
—Hija mía, tu abuela está enferma; es necesario ir a verla y llevarle este bollo y esta olla de mantequilla.
—Bueno—dice la niña.
Caperucita Roja se dirige inmediatamente a la casa de su abuela, que vive en un pueblecito próximo.
Al pasar por el bosque, encuentra al señor Lobo que tiene mucha hambre y quiere comérsela; pero no se atreve a hacerlo porque ve un hombre cerca de allí. El señor Lobo pregunta a la niña:
—¿A dónde va Vd.?
La pobre niña, que no sabe que es peligroso hablar con un Lobo, responde:
—Voy a casa de mi abuela a llevarle un bollo y una olla de mantequilla que le envía mi madre.
—¿Vive muy lejos de aquí la abuela?
—No muy lejos—responde Caperucita Roja—. Vive en la primera casa del pueblecito que ve Vd. desde aquí.
—¡Bueno!—dice el Lobo—yo también tengo que ir allí; vaya Vd. por ese camino, y yo voy por este otro. Vamos a ver quién de los dos llega primero.
El Lobo empieza a correr por el camino más corto, y la niña sigue despacio por el más largo, cogiendo flores y persiguiendo mariposas. El Lobo llega pronto a la casa de la abuela, y llama a la puerta con la mano, pim, pam ...
—¿ Quién llama?
—Soy yo, su nieta—responde el Lobo imitando la voz de la niña—; soy Caperucita Roja, y le traigo a Vd. un bollo y una olla de mantequilla.
La pobre abuela, que está en la cama enferma, le dice:
—¡Adelante! La puerta no está cerrada con llave.
El Lobo empuja, y la puerta se abre.
En seguida el Lobo se arroja sobre la anciana y se la come, porque tiene mucha hambre. Después cierra la puerta, se acuesta en la cama de la abuela y espera a Caperucita Roja, que llega pronto.
—Tran, tran.
—¿ Quién está ahí?
Caperucita Roja tiene miedo cuando oye la voz ronca del Lobo, pero pierde el miedo en seguida porque cree que su abuela tiene un resfriado, y responde:
—Soy yo, abuela, soy su nieta, Caperucita Roja, y le traigo un bollo yuna olla de mantequilla—. El Lobo imitando la voz de la abuela responde:
—La puerta no está cerrada con llave. ¡Adelante!
Caperucita Roja empuja, y la puerta se abre. Cuando el Lobo la ve entrar, se cubre bien con la ropa de la cama, y dice:
—Tengo un resfriado y no puedo comerme ahora el bollo y la olla de mantequilla.
Entonces Caperucita Roja pone el bollo y la olla de mantequilla en una silla, y se acuesta con el Lobo creyendo que es su abuela. Nota con sorpresa que el cuerpo de su abuela ha cambiado mucho.
—Abuela—dice la niña—, ¿para qué tiene Vd. los brazos tan largos?
—Hija mía, es para abrazar a mi querida nieta—responde el Lobo.
—Abuela, ¿para qué tiene Vd. las orejas tan grandes?
—Para oír mejor—responde el Lobo.
—¿Y para qué tiene Vd. los ojos tan grandes y tan brillantes, abuela?
—Para ver mejor, hija mía.
—¿Y para qué tiene Vd. los dientes tan enormes, abuela?
—Para comerme a Caperucita Roja—responde el Lobo.
Cuando dice estas palabras, se arroja sobre la pobre Caperucita Roja y se la come.